A partir de la nueva regulación que comentamos en la primera parte de este artículo, la formación ya no podrá ser un fin en sí misma; la formación es un medio para que, por un lado, el trabajador mejore su empleabilidad y pueda acceder más fácilmente a un empleo nuevo o mejor que el que ya posea, y por otro lado, la formación debe ser también una herramienta que permita a las empresas incrementar su competitividad vía la mejora de sus recursos humanos.
Por tanto la mejora en el empleo, la empleabilidad, de los trabajadores y la competitividad de las empresas deben ser los objetivos a alcanzar por las organizaciones al diseñar e implementar las futuras políticas de formación en el marco de esta nueva regulación.
Para ello el nuevo Real Decreto introduce algunas herramientas, a mi parecer, interesantes. La primera de ellas es la libre concurrencia entre proveedores de formación, lo que sin duda permitirá una mayor oferta de calidad a trabajadores y empresas para elegir sus diferentes actividades formativas.
Otra herramienta que me parece novedosa es la posibilidad de articular el llamado cheque de formación, mediante el cual el trabajador puede escoger, también él, su proveedor de formación en función de sus necesidades, sus intereses y sus expectativas de empleabilidad futura.
En la teoría todo esto es estupendo pero habrá que ver como trabajadores, organizaciones y empresas se adaptan, en la práctica a este nuevo modelo y como su aplicación llega a incidir con sus efectos en el mercado laboral.
José Luis Morte – Director de RH Asesores Zaragoza