Movilidad geográfica es todo cambio de lugar del trabajo del trabajador que le exija un cambio de residencia. En función de su carácter temporal o indefinido, tenemos que diferenciar: el traslado y el desplazamiento.
La descripción es más sencilla de hacer que de ejercitar. Parece ser que todos estamos de acuerdo en que no hay que esperar a encontrar trabajo donde estemos nosotros sino que es necesario buscar el trabajo donde esté.

Este aserto en algunos casos, como en el de la emigración a terceros países, parece cumplirse sin demasiados problemas. Además el hecho de que un alto porcentaje de las personas que buscan trabajo en otros países sean jóvenes, facilita que pueda ser así.

Sin embargo, en la movilidad geográfica dentro del propio país parece ser que hay más dificultades de adaptación de los trabajadores. Con demasiada frecuencia me estoy encontrando en procesos de selección de personal que ante la pregunta de si se está dispuesto a cambiar de domicilio, la primera reacción es positiva, para después comenzar con las pegas de rigor: coste de vida, dejar la familia, casa en propiedad, los amigos, trabajo de la pareja, etc.

Reconozco que tener una casa en propiedad puede dificultar la movilidad. El 83% de los españoles es dueño de su vivienda, lo que pesa a la hora de tomar decisiones de este tipo y arrastra el resto de variables que hacen difícil el cambio.

Sin embargo, el mercado de trabajo está cambiando y empezamos a observar que cada vez más se trabajará por proyectos, con lo que la proximidad del lugar de trabajo al domicilio inicial tendrá menos sentido. La apertura a la movilidad geográfica, a «raíces poco profundas» se convierte en una necesidad de la globalización.

La globalización aglutina en si misma numerosas variables independientes, todas ellas resaltando la conveniencia de mirar el mundo del trabajo y de las oportunidades de empleo de forma «global» y las oportunidades no son, ni serán, necesariamente locales.

En alguna ocasión me he parado a analizar algunas de las consecuencias de esta situación. La movilidad aumenta las posibilidades del corto plazo y es la vía para el futuro de los más jóvenes. Para los mayores, el reto de cambio de valores y creencias, de capacidades y competencias profesionales es mucho más complicado que se produzca, por la urgencia en el plazo para operar el cambio, porque se les exige más para tener la oportunidad de demostrarlo y será necesario hacer otro ejercicio de creatividad para que no se convierta en un “sacrificio” sino en una oportunidad de crecimiento y mejora de la propia situación.

La necesidad de mejorar la empleabilidad y la localización de nuevas oportunidades de empleo nace del hecho contrastado de que la actual incertidumbre del mercado laboral se debe, en buena medida, a factores que, aquel que se encuentra inmerso en el proceso de búsqueda de empleo, difícilmente puede controlar.

Es por tanto necesario modificar estos procesos para que las oportunidades de empleo fluyan de una manera más dinámica y accesible, estén donde estén.

José Luis Morte – Director de RH Asesores Zaragoza

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