En los procesos de búsqueda de empleo y nuevos proyectos profesionales, las personas a menudo están demasiado preocupadas, a mi entender, por hacer un uso correcto de las herramientas del proceso.
Qué canales utilizar, qué tipo de curriculum hacer, cómo utilizar las relaciones personales, cómo hacer una entrevista, etc, etc.
No digo que todo esto carezca de importancia, a fin de cuentas se trata del envoltorio y hay que cuidar el “packaging”, como bien nos dicen las personas de Marketing, para despertar la curiosidad de nuestro interlocutor y posible empleador.
Pero, ¿qué pasa con los Contenidos?, ¿qué ocurre con los Argumentos?
A menudo nos preocupa mucho realzar los conocimientos, explicar nuestra experiencia laboral, enunciar nuestras competencias, pero contestamos con poca solvencia a las preguntas sobre por qué hemos salido de un proyecto o por qué nos interesa el que nos están proponiendo.
Proporcionar respuestas contundentes, fiables y creíbles, va en relación a la capacidad de autoanálisis y al tiempo que hemos dedicado a profundizar en nuestros propio conocimiento. Elaborar los argumentos que queremos dar se convierte en la clave para despertar el interés sobre nuestra candidatura en un proceso de selección.
Las circunstancias que rodean la pérdida de un empleo o el interés por cambiarlo, pueden ser por una decisión personal o por una circunstancia ajena, por ej. un despido. Esa circunstancia tendrá sentido y será comprensible, si la otra persona percibe que he elaborado los argumentos y que no son fruto de la improvisación, ni la decisión primera ni el razonamiento posterior.
Las herramientas que utilicemos para la mejora del empleo o la búsqueda de uno nuevo deben reflejar con claridad el camino vital profesional de la persona y dotar de sentido al mismo, que lo que hemos estudiado, trabajado y vivido tenga una coherencia, un hilo conductor, y que ese hilo engarce con la última línea por escribir.
José Luis Morte – Director de RH Asesores Zaragoza